Lanzamiento de la Red Informativa de Genocidio y Derechos Humanos

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jueves, 2 de agosto de 2012

Inmaculeé Ilibagiza: la mujer del perdón


La sobreviviente al genocidio de Ruanda en 1994 compartió su experiencia en el Foro para la Reconciliación de El Espectador.


Inmaculeé Ilibagiza ha escrito seis libros desde su experiencia en el genocidio ruandés. / David CampuzanoInmaculeé Ilibagiza ha escrito seis libros desde su experiencia en el genocidio ruandés. / David Campuzano
Inmaculeé Ilibagiza sobrevivió encerrada en un diminuto baño junto a otras siete mujeres durante el genocidio de Ruanda en 1994. Esta mujer, vestida con túnica y rosario en mano —con un aire de Mahatma Gandhi, Nelson Mandela o la Madre Teresa de Calcuta, los líderes que la han inspirado para transformarse en un símbolo de la paz mundial— fue la protagonista del Foro para la Reconciliación realizado ayer por El Espectador.
Ilibagiza, quien después del trágico episodio perdonó al asesino de casi toda su familia, aborda el perdón desde la perspectiva espiritual, como un proceso interior para liberarse de las ansias de venganza y dejar que los victimarios acepten y corrijan sus errores. Mediante el perdón, dice ella, logró despojarse de los sentimientos destructivos y tomó el camino de la paz.
Marcelo Álvarez, jefe de la misión de apoyo al proceso de paz en Colombia de la OEA, también panelista en el Foro, añadió que aunque el perdón sea un proceso individual, las políticas públicas y las instituciones deben de crear las condiciones para que las víctimas logren perdonar. Un ejemplo fresco está en El Salvador, donde la reconciliación entre pandillas involucradas en el negocio del narcotráfico, las llamadas ‘maras’, ha reducido drásticamente la tasa de homicidios.
En el hasta ahora exitoso proceso de reconciliación en El Salvador, la Iglesia Católica ha sido el principal mediador. “A nosotros nadie nos escuchaba antes, nos tenían excluidos, no es que no hemos tenido valores... fue gracias a la intervención de la Iglesia Católicaque tenemos este acercamiento de paz. Estamos conscientes de que hemos fallado y esperamos que la sociedad nos apoye en esta noción”, dijo hace poco más de dos meses Dionisio Aristides Umanzor, alias el Sirra, uno de los principales líderes de la llamada MS-13. Ahora está en manos de la sociedad salvadoreña perdonar o no a quienes tanto daño le hicieron al país. Es un reto, diría Ilibagiza, para seguir el camino del amor o del odio.
En Colombia también se hacen esfuerzos para que las víctimas perdonen. La Ley de Justicia y Paz y la Ley de Víctimas ofrecen un horizonte político y moral y un profundo componente ético para que muchos transiten el camino que recorrió Ilibagiza. Así lo dio a entender Paula Gaviria, directora de la Unidad de Atención y Reparación a Víctimas, también panelista en el encuentro. Gaviria afirmó que hay que dejar de considerar que las políticas públicas bastan por sí mismas, sino que deben colocarse al lado, o detrás, para permitir que las víctimas decidan o no perdonar. “En todo caso el perdón, aunque enaltezca la dignidad, no debe ser nunca una exigencia”.

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